El amortiguador controla la oscilación de la suspensión haciendo que ésta sea más rígida y segura, garantizando el apoyo constante del neumático contra el suelo, lo que otorga mayor eficacia en transmisión y frenado y limita los rebotes de cada rueda.
Por lo general, el desgaste de los amortiguadores es difícil de detectar, debido al acostumbramiento del conductor al fallo progresivo de la amortiguación.
Los frenos permiten la detención completa del vehículo al presionar un material de alta fricción (pastillas o patines) contra los discos atornillados a la rueda, y que giran con ella. La transmisión de la fuerza se produce a través del líquido de frenos que amplía la presión ejercida por el conductor para detener el vehículo con el mínimo esfuerzo posible.
La mayoría de los vehículos actuales tienen su frenado garantizado en más del 70% por las ruedas delanteras. Por este motivo, están generalmente equipados por frenos de disco delante, más resistentes y eficaces, y frenos de campana y patines detrás.
El tren delantero está integrado por componentes de la dirección y de la suspensión delantera, que a raíz del desgaste de su funcionamiento, pueden producir ruidos, pérdida de alineación, e incluso pérdida de estabilidad y control del vehículo. Es por esto que debemos ser constantes en su revisión y mantenimiento, que deberá ser realizado al menos dos veces al año o cada 10.000 km.
El desgaste desparejo o irregular de los neumáticos es síntoma de una mala alineación o de problemas en los amortiguadores. Antes de hacer alinear el vehículo, haga revisar el tren delantero. Las piezas que lo integran (bujes, parrillas, brazos, extremos, etc.), deben estar en buenas condiciones y no presentar desgaste o daños.
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